No puedo aguantar tanta hipocresía. En el PP -con Rajoy ignorando la resolución del Consejo de Estado sobre el accidente del Yak-42– vuelvo a recordar la postura sobre el fallecimiento de Rita Barberá: “una cacería injusta” de los medios y rivales políticos.Ya mismo hay que dejar de fiscalizar a todos los políticos cuya actuación levante alguna sospecha para evitar someterlos a cualquier presión, no vaya a ser que acabemos siendo “injustos” y alguno sufra un infarto o cualquier otra enfermedad. Y por supuesto, también hay que parar de informar en los medios de comunicación, no vaya a ser que nos pasemos “presionando injustamente” a algún corrupto.
El mismo partido que la abandonó debajo de un puente, de oro eso sí, con un puesto en el Senado y un sueldo que ya quisiera alguno de los millones de españoles que no pueden llegar a fin de mes, el mismo partido que la expulsó ahora la reivindica, instrumentaliza su muerte y la utiliza como un ariete para atacar a todo lo que se mueve y, de paso, lanzar advertencias a diestro y siniestro de lo “injusto” que es que los medios publiquen que estás siendo investigado por la justicia.

Rajoy y Rita Barberá durante un acto pasado del Partido Popular. | FOTO CUATRO
Lo que no queda nada claro es lo que reivindica el PP, si la gestión o el fallecimiento de Barberá. Y digo esto porque parece que los desplantes y las burlas de unos, a las víctimas del metro de Valencia y a los familiares de aquellos que acabaron en las cunetas, a quienes se impide sistemáticamente recuperar los restos de sus familiares con todo tipo de trabas, a pesar de la Ley de Memoria Histórica, tienen menos importancia que las de otros, o eso es al menos lo que el PP intentan hacernos creer.
Es una cuestión de imponer el relato, como se dice ahora, de hacer culpables de todo a los demás por encima de la propia inutilidad, de la propia culpa, esa soberbia que les lleva a incumplir las leyes y a situarse por encima de las normas que se imponen a los demás.
Esa culpa, esa soberbia que no les deja reconocer sus propias mentiras -“vamos a reducir la temporalidad de los contratos de trabajo”, “el rescate bancario no les va a costar un euro a los españoles”, “no vamos a subir los impuestos”- y que les lleva a creer que los suyos merecen todos los honores, mientras el resto son basura en el camino. Solo así se puede entender que todo un vicesecretario de Comunicación del PP compare los problemas de una explotada camarera de piso, que cobra 2,15 euros por limpiar una habitación con los de su hermano médico.
Es el desprecio unido al desconocimiento de la realidad. Un desconocimiento auto-impuesto, consciente, porque los problemas de la gente que sufre pobreza energética, paro de larga duración, salarios con los que ni se puede llegar a fin de mes ni hacer otros planes de futuro que no sea sobrevivir mañana no les importan lo más mínimo.
¿Quieren saber lo que es presión? Esto es presión:
– Llevo un par de días con la moral por los suelos porque francamente no sé qué más intentar
– Soy mayor para todo
– O no tengo experiencia
-Todo el mundo dice que nunca hay que rendirse, que hay que ser positiva pero estoy cansada. ¿Cómo sigues cuando nadie te da una oportunidad? Con positivismo no se pagan las facturas ni se llega a fin de mes. Te bajan otro peldaño más en tu autoestima. Quieres remontar pero hace mucho que has perdido el norte y la ilusión.
-Al final será políticamente correcto que me muera de hambre.
Son algunos de los mensajes que me ha enviado una amiga, muy amiga, una gran profesional, con cuarenta y pocos años, licenciada universitaria, con el CAP e infinidad de cursos para actualizarse, que ama su profesión, y que lleva meses sin encontrar un empleo, sin percibir ingresos, y que ya no sabe por dónde seguir. Eso es presión, desesperanza, sentirse prescindible, llegar a creer que no le importas a nadie.
Por cierto, ¿quién se merecía más un homenaje en el Congreso: Rita Barberá o Marcos Ana? Solo recordar que este último pasó más de 20 años en prisión por sus ideas antifranquistas y me parece que no se ha guardado un minuto de silencio en el Congreso por este luchador por la libertad.
De todas formas, en tiempos de la postverdad, donde los hechos tienen menos importancia que las emociones y las creencias personales, cualquier cosa puede pasar. Por cierto, ¿tendrá Trillo la dignidad de dimitir? y ¿utilizará Rajoy la misma táctica que con Rita Barberá? Sea como fuera, Trillo es hoy por hoy una anomalía democrática.