Los recientes acontecimientos en Baja California, México al inicio del 2017 invitan a la reflexión y análisis social. En ellos la ciudadanía manifestó su descontento hacia ciertas acciones gubernamentales y materializó su enojo al protestar mediante marchas, plantones y diversas expresiones ciudadanas, en contra del presidente Peña Nieto, el gobernador Francisco Vega o l@s diputad@s, evidenciando que la clase política o mejor dicho ciertos profesionales que viven de la política, como señaló Weber, han dejado de ser representantes de los intereses de la ciudadanía.
Las causas son varias, pero de pronto estalló el descontento social por múltiples motivos, pero los más inmediatos fueron: el alza a los precios de los combustibles, la privatización del agua, el incremento al impuesto predial, el reemplacamiento de las láminas para los autos, sumado a factores externos como el aumento del precio del dólar en su relación con el peso y el arribo a la presidencia de Estados Unidos de Donald Trump y sus amenazas a la economía mexicana, así como la persecución a los inmigrantes y la construcción del muro entre México y ese país, fueron un caldo de cultivo que provocó en la ciudadanía, en este caso la bajacaliforniana, primero la molestia y luego la inconformidad con las medidas anunciadas por los gobernantes. Cierto que en muchas ocasiones ha sido indolente, pero de pronto despertó y se manifestó pacíficamente en contra de esas acciones que impactan en la economía familiar de millones de mexican@s.
Y fueron tres históricas manifestaciones en Baja California, en las cuales miles de bajacalifornianos en las ciudades fronterizas de Mexicali, Tijuana, Ensenada, Tecate y Rosarito, desfilaron por las calles para expresar su descontento con las medidas ya referidas, pero en el fondo, su enojo con la clase política que dice representarla pero que, en su gran mayoría, ha explotado su condición y vivido de privilegios que para nada son equiparables con las condiciones de vida de millones de mexican@s que viven con menos de 20 pesos al día, mientras estos políticos gozan de canonjías que superan en mucho lo razonable para vivir.
¿Qué clase política? Llámese, presidente, secretarios, gobernadores, presidentes municipales, diputados, regidores, ministros de justicia y muchos más que han hecho de la carrera del servicio público un coto de poder y de enriquecimiento desmedido. El ¡Ya basta!, y muchas otras expresiones fueron ya aún lo son muestra del enojo de millones de mexican@s, a los cuales el modelo de economía de mercado no les ha beneficiado y por otra parte, cierta clase política mexicana que seguramente detesta la democracia, pues otorga el derecho a millones de ciudadanos de salir a la calle a expresar libremente su descontento, como refiere Ranciére, en su obra El odio a la democracia, al señalar que (pág. 134):
la Democracia es, ante todo, esa condición paradójica de la política, ese punto en el que toda legitimidad se confronta con su ausencia de legitimidad última, con la contingencia igualitaria que sostiene a la contingencia desigualitaria misma
¿Usted qué opina?