Rosa Mª Gómez/ Eurogaceta
Leyendo en estos días varios blogs colombianos he podido evidenciar la preocupación de muchos bloguers reflexionando públicamente sobre el panorama político, económico y social de su país. Es deprimente y sorprendente leer como cientos de periodistas son intimidados y otros tantos asesinados por informar y cumplir con su deber. Según un informe de la Sociedad Interamericana de Prensa, SIP, Colombia es el segundo país más peligroso para ejercicio del periodismo después de Irak.
Actualmente, la situación de los periodistas en Colombia es cada vez más complicada y la dificultad de informar en medio de la guerra se hace más evidente. Los ataques contra los profesionales de la prensa en los últimos años se han intensificado, y éstos se han convertido en objetivo específico de la violencia. Sin embargo, no todos los periodistas que reciben amenazas corren con la misma suerte. Algunos parten al exilio, otros deciden quedarse y pedir protección, pero también están quienes no tienen recursos para irse del país.
En un país como Colombia donde la libertad de expresión no está adecuadamente tutelada, publicar ciertas informaciones puede significar meterse en problemas serios. Por ello, muchos periodistas colombianos encuentran en los blogs una vía donde poder denunciar y publicar ciertas informaciones, una vía para poder llegar al lector, y lo que es más importante, una vía donde poder expresarse libremente.
De todos los que he estado leyendo tengo que destacar Realidades Colombianas, un blog político de la periodista Valentina Díaz Gómez que habla del rechazo a toda clase de violencia, denuncia la corrupción institucional, señala las graves carencias de la sociedad colombiana y critica a los funcionarios y políticos corruptos.
Otro periodista colombiano, Carlos Pulgarín, en su "Diario de un periodista colombiano en el exilio" nos cuenta las mil calamidades por las que ha tenido que pasar, sigue pasando, y nos relata cómo es la vida de un periodista que vive día a día bajo la presión constante de las autoridades.
Realmente son relatos que ponen los pelos de punta. Historias como éstas, superan mi capacidad de entendimiento.