La victoria de la coalición de centro-izquierda en las elecciones en Noruega mantendrá a este país fuera de la órbita de la UE. Noruega representa el paradigma de país rico y egoísta. Dentro de Europa pero fuera de ella, ese es el status que han querido los noruegos, muy alejados de la relación y compromiso con la UE que siempre han tenido y tienen sus vecinos suecos y finlandeses. Ahora, con el vuelco electoral que se ha producido en Noruega no habrá avances en la relación con la UE. La coalición rojiverde, formada por el Partido Laborista, el Partido de la Izquierda Socialista y el Partido Centrista ha echado del Gobierno al centro-derecha que venía gobernando Noruega y que durante los últimos tiempos se había acercado algo (no demasiado, pero algo) a la UE. El caso es que los dos socios de los laboristas son partidos antieuropeístas, como también lo son los comunistas que presumiblemente no entrarán en el gobierno de Stoltenberg. En definitiva, más de lo mismo, Noruega, como Suiza, seguirán con su anacrónico y peculiar desprecio a la Unión Europea.