Carta a una ‘profe’ sobre la paz social

Me piden una carta/cuento para un modesto cole de pueblo que prepara sus actividades para el ‘Día Escolar de la Paz’… y estas líneas son lo que acierto a escribir:

Querida ‘profe’ hay días en que no me apetece cantar canciones o contar cuentos, ni siquiera cuando celebramos el ‘Día de la Paz’ que, por otra parte, los de Naciones Unidas lo tienen fijado el 21 de septiembre como fecha oficial para su celebración en todo este mundo tan poco pacífico y civilizado. Te escribo estas líneas, querida y sufrida ‘profe’, en el penúltimo día de enero, la misma fecha en que un loco integrista llamado Nathuram Godse asesinó en 1948 a Gandhi, el gran icono del pacifismo y de la no violencia. Tenía entonces 78 años, sus cenizas las arrojaron al Ganges.

Martin Luther King escribió en prisión en su ‘Carta de Birmingham’ que la verdadera paz no es simplemente la ausencia de tensión: es la presencia de justicia. También le asesinaron por predicar la paz y todas esas ideas tan ‘revolucionarias’.

No en todas las culturas se ha considerado a la paz de una forma positiva. En pueblos como los vikingos o los hunos, cuya principal actividad era el saqueo de comunidades cercanas, se exaltaba por el contrario a los guerreros y las virtudes propias de los mismos. Querida ‘profe’ creo que hoy estamos rodeados de vikingos y hunos que no necesariamente tienen porque ir armados con tanques, ametralladoras o misiles.

Cierto es que el planeta está lleno de ‘guerras olvidadas’, con miles de víctimas ausentes de los telediarios, pero yo estoy triste querida ‘profe’ porque estoy inmerso en otra guerra. Mi padre y mi madre están en el paro, están tristes, malhumorados, a veces pienso que han dejado de quererme. En mi casa no hay paz. Hace unos días llegaron unos señores con traje y corbata, zapatos impolutos, armados con un flamante iPad y un montón de papeles, y escoltados por un par de policías municipales. Mi madre se puso a llorar, le pregunté qué pasaba y solo acertó a decirme entre sollozos que nos íbamos a vivir a casa de los abuelos. Querida ‘profe’, no entiendo lo que está pasando, pero quiero vivir en paz y odio a esos vikingos y hunos que fueron a mi casa e hicieron llorar a mi madre.

Protesta contra un desahucio.

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