Wroclaw es una ciudad universitaria polaca, situada en la región de Silesia, invadida en otros tiempos por alemanes y soviéticos, y ahora por miles de Erasmus que buscan fiesta y diversión en lugares como la Taberna Camarón que regenta, con éxito, un manchego, Sergio Pina. Castilla-La Mancha, Polonia y Camarón, fusión de culturas en el corazón de Europa.
Dicen que existen dos ‘polonias’ como realmente existen dos ‘américas’. Wroclaw estaría dentro de esa Polonia moderna, plural, progresista, universitaria, abierta al mundo. Fue territorio alemán (Breslau), luego la invadieron los soviéticos; Wroclaw, capital de la baja Silesia, tiene un pasado cruento, fraticida, pero un presente lleno de vida y un futuro esperanzador. La Universidad es el corazón que mueve Wroclaw, ciudad joven y extrovertida, ciudad dinámica y llena de ambiente.
Y estas premisas seguro que fueron claves para que un manchego como Sergio Pina Ampuero decidiera montar una taberna flamenca en esta ciudad polaca. Toda una fusión de culturas. Un experimento exitoso que va para tres años de vida. La Taberna Camarón es un auténtico templo del flamenco, todo un homenaje a Camarón, en pleno centro de Wroclaw, con altar incluido para el que fuera genial maestro de este arte.
La pregunta resulta obvia: ¿qué hace un manchego montando un templo de Camarón en Polonia? “Soy un forofo de Camarón desde siempre, me encanta Camarón y me encanta el flamenco, sabía que en Polonia estaban montándose algunos tablaos flamencos enfocados al turismo, y además en Wroclaw, aunque parezca increíble, hay cinco escuelas de flamenco…¡y no tenían ningún lugar donde reunirse!”, asegura el dueño del local. El estudio de mercado fue fácil, pasión por el flamenco en Polonia, reforzada por una mujer polaca, la de Sergio, que resultó fundamental a la hora de cambiar Toledo por Wroclaw.
La Taberna Camarón es un sitio recomendable, aunque no te guste el flamenco, y si te gusta es la leche. “Mucha fiesta, con público de todo tipo, sobre todo españoles –comenta Sergio Pina- y también polacos que cada vez se aficionan más al flamenco, y muchísima gente joven, Erasmus de Castilla-La Mancha, de Alicante, del País Vasco, de Madrid, y de otros países europeos”.
Las cinco escuelas de flamenco de Wroclaw ya tienen un lugar de referencia, un punto de reunión. Todas las semanas el local de Sergio Pina se llena de gente para seguir las numerosas actuaciones de peñas flamencas que allí se organizan. “Esto es un sueño andaluz”, dice este manchego, ya medio polaco.
El altar de Camarón
Una vez entras en la Taberna Camarón, a mano derecha queda la barra que normalmente es atendida por dos camareras polacas. Junto a la barra, al lado del escaparate, en un lugar bien visible, se encuentra una guitarra española que como explica Sergio Pina, “todo el mundo puede tocar”. El local tiene una pequeña zona de restauración en donde a un precio razonable puedes degustar la especialidad de la casa: la carne de cisne. También ofrecen comida polaca y española, por ejemplo, una buena tortilla de patata.
Pero el corazón de esta singular taberna es un pequeño altar, ubicado en un semisótano, decorado tipo tablao andaluz y presidido por una fotografía en blanco y negro de Camarón. “Aquí se vive la música, éste es el punto neurálgico de nuestra taberna, donde escuchamos nuestra música, donde escuchamos, por supuesto, la música de Camarón”, comenta con pasión este manchego emigrante español del siglo XXI. No sólo se escucha Camarón en la taberna que lleva su nombre, músicas del mundo para un lugar absolutamente multicultural y multirracial, músicas de África, de Cuba, de España, música latina y también, pero mucho menos, música polaca. “Me gusta el flamenco fusión y conocer otras músicas, y todo eso tiene cabida en nuestra taberna”, apuntilla Sergio Pina.
Este manchego, apasionado del flamenco y afincado en Polonia, se ha convertido en un embajador de Camarón en el mundo. “Todavía no se le conoce mucho, muchos llegan a la Taberna, bajan al tablao y me preguntan si el de la foto es Mick Jagger, yo explico quién es Camarón y les invito a escuchar y sentir su música”, concluye Pina Ampuero, mientras me invita a una Tyskie con su inevitable pincho de tortilla de patata.
No me sorprende en absoluto. El sonido flamenco forma parte de la cultura española, y la cultura acaba conociéndose y muchas veces extendiéndose. Me gusta la expresión «les invito a sentir su música»: la música de Camarón no sólo se escucha, sino que se siente, en gran parte por el mérito de sus guitarristas, Paco de Lucía y Tomatito, dos genios.
A mí me sorprende por el país del que se habla, Polonia que uno piensa no tiene tradición por el flamenco, pero es alucinante que tengan cinco escuelas de flamenco. Me alegro mucho.