La España hastiada de papanatas y paparruchas. La España hastiada de histrionismo y teatralidad exagerada. La España hastiada de tensión y confrontación, esa España en la que un servidor se representa, el 28 de Abril y el 26 de mayo debe acudir a las urnas masivamente.
La estrategia global de Steve Bannon para reforzar la llegada al poder de personajes como Trump, Salvini, Orbán o Bolsonaro o para conseguir que triunfara el relato discursivo de Nigel Farage en el Brexit, se sujeta en la hábil manipulación de personas simples y crédulas, demasiado cándidas y fáciles de engañar (papanatas), a partir del estratégico manejo de las noticias falsas y desatinadas que se esparcen entre el vulgo (paparruchas). El cóctel de paparruchas para conseguir el voto de papanatas se sustenta en buenas dosis de populismo asociado a nacionalismo, religiosidad y aprovechamiento del desafecto por una mala situación económica. Éste último ingrediente es el que pudiera agriar el cóctel-Bannon porque el momento económico de España NO es malo, y no parece muy probable que los partidos nacional-católicos sean capaces de pescar en grandes caladeros de votos de clases trabajadoras, tal y como ocurrió en Estados Unidos o en Brasil, más recientemente. Más bien al contrario, las elecciones andaluzas vinieron a demostrar que el voto de la ultra derecha y de la derecha ultra sigue siendo un voto muy ‘señorito’ en Andalucía. España es un país muy clasista, y las tesis de Bannon sobre la desideologización y el fin de las clases sociales asociadas a unas determinadas ideologías pueden picar en piedra.

Colón. La foto que marca una estrategia y una campaña.
Así las cosas, el bloque de la derecha se está jugando sus cartas apostando por una campaña sin precedentes en España en cuanto a niveles de histrionismo, vehemencia, exageración y desmesura, habiendo optado para ello por introducir en el cóctel ingredientes (personajes) corrosivos que todos conocemos y que centran sus discursos en el debate territorial (Cataluña y ya de paso en el País Vasco resucitando a ETA). El objetivo defensivo de esta estrategia consiste en arrinconar el debate sobre economía, educación, sanidad, cultura, sobre los ejes de nuestra política internacional, sobre dependencia, vivienda, energía, medio ambiente y, claro está, sobre corrupción; y el objetivo ofensivo es intentar imponer un marco discursivo centrado en toda la parafernalia del nacional-catolicismo español en confrontación con los nacionalismos periféricos. El objetivo es la tensión, el exceso, la extremosidad, la desmedida. Una táctica que mantiene la tensión de los tuyos, pero que activa electoralmente al que día sí y día también se siente agraviado e insultado
La tensión establecida se desactiva con distensión, con moderación, con buena información, con valores, educación, derechos humanos, feminismo, ecologismo, tolerancia, integración, pacifismo, pero sobre todo se desactiva en las urnas, primero el 28A y luego el 26M.
En este sentido, refiriéndome a estrategias políticas de distensión, me resulta especialmente loable el papel desempeñado por el nacionalismo vasco en los últimos años. Representan la sensatez, pragmatismo y sentido de común (y de Estado) y deberían ser un referente sobre cómo reconducir el conflicto catalán. Y siguiendo en la península ibérica, no es nueva mi admiración por el ‘milagro’ portugués del que intencionadamente poco se habla en España. La coalición de izquierdas que Gobierna la república portuguesa ha conseguido sanear económicamente el país, colocarse entre los mejores estados europeos en innovación y calidad pedagógica, y conseguir que en el último informe anual de RSF sobre libertad de expresión en el Mundo se diga que «los periodistas portugueses ejercen su oficio en una atmósfera cada vez más sosegada». Tal circunstancia coincide en el tiempo con la purga iniciada por la ultra derecha española hacia los medios de comunicación. Todo muy Bannon.
La España hastiada debe votar y debe hacerlo para avanzar hacia un modelo de Estado moderno, laico, del siglo XXI, donde se mantengan y amplíen nuestras libertades y que consiga superar y consolidar un modelo territorial que nos permita crecer en la diversidad y la pluralidad hacia un modelo federal. La España hastiada debe votar para retomar la senda de las políticas de cohesión que nos permitieron crecer como país y como entidad supranacional (Unión Europea), alcanzando las cotas de bienestar social y prosperidad más altas de nuestra historia reciente.